El aislamiento en la envolvente del edificio es como el abrigo que nos ponemos cuando hace frío, impide la transmisión de calor o frío del exterior al interior y viceversa.
Mediante el software PHPP, que considera aspectos como; las propiedades físicas ‘transmitancia térmica’ de los elementos que componen la envolvente, la zona climática donde se ubica el edificio y las propias características arquitectónicas o de orientación de éste, se determina el espesor necesario del aislamiento con el que se consiguen los requisitos de consumo energético que determina el estándar Passivhaus. Además, se define la llamada ‘regla del rotulador’, que no es más que la previsión en el proyecto arquitectónico de procurar la continuidad del aislamiento a lo largo de toda la envolvente, incluyendo además de fachadas la cimentación y cubierta.
Dependiendo del clima se debe optimizar el espesor del aislamiento térmico en función del coste y de la mejora de la eficiencia energética, por lo que no siempre un incremento en el grueso del aislamiento es la mejor opción, por ello se estudia cada caso para encontrar el punto de equilibrio entre todas las variantes.
